La imagen del líder carga con estereotipos y fantasías; muchas veces se piensa a los líderes como personas superiores, que están en un lugar difícil de alcanzar y donde ya todo se ha logrado. Se ve el éxito y el reconocimiento, seguramente merecidos y reales. Sin embargo, lo que muchas veces no se deja ver –hasta para el mismo líder- es el hecho de que sigue siendo una persona susceptible a tener temores y angustias, incluso mayores debido a la responsabilidad que justamente implica este rol.

¿Cómo dar la seguridad que el equipo necesita sin negar el miedo? Parecieran dos cosas difíciles de albergar en un mismo espacio. Mucho se dice “¡no tengas miedo!” pero pocos nos invitan a caminar con él; a seguir avanzando a pesar del miedo, teniendolo al lado pero no dejando que nos paralice.

Alguna vez en un proceso de selección de un líder, un gerente preguntó a los 2 candidatos finalistas: ¿tienen miedo de este reto?, uno respondió que sí; el otro, muy seguro de sí mismo, respondió con un rotundo “NO”. ¿Adivinas a quién eligió para la posición? Al primero. Y es que el miedo nos avisa que hay algo que cuidar y proteger, que quizás vienen cambios importantes que implican dejar atrás otras cosas y afrontar nuevas oportunidades.

Es por eso que cuando nos ponemos en contacto con el miedo, le damos espacio y lo tomamos como un aprendizaje, podemos ver lo que realmente nos importa y lo que queremos cuidar; podemos traer a la superficie nuestros recursos para afrontar con éxito los retos que se nos presentan. El líder que abraza sus miedos y trabaja con ellos realmente logra sobreponerse a las dificultades, excede expectativas y es capaz de dirigir a su equipo a través de la incertidumbre.

Si esto te ha hecho sentido y sientes que quieres explorarlo un poco más, escríbenos para conversar y ver cómo podemos ayudarte.

Joaquin y Viera